La Biblioteca Popular de San Isidro nació cuando el Presidente Municipal (así se lo llamaba al intendente) en 1873 era Manuel Martín y Omar, quien ejerció ese cargo durante 8 períodos consecutivos. Durante su gestión se concretaron importantes obras públicas, se erigieron las torres y el frente de la antigua iglesia. Y se la dotó de un reloj que él costeó de su propio bolsillo.
En 1873 San Isidro (que todavía incluía lo que hoy es el partido de Vicente López), no tenía teléfonos ni contaba con un periódico editado en la zona. Faltaban 11 años para el teléfono y 18 años para un periódico sanisidrense. La gente ya leía el diario La Nación que había fundado Bartolomé Mitre hacía 3 años. Fue a través de sus páginas que quedó testimoniada la llegada del primer tren.
La Biblioteca Popular de San Isidro se inició el 22 de Mayo de 1873, con apenas 327 volúmenes adquiridos con una asignación de 4.000 pesos acordados con el gobierno provincial. (Hoy tiene más 70.000 libros). El año anterior se habían publicado el «Martin Fierro» y el «Santos Vega». Charles Darwin ya había publicado su teoría sobre el origen del hombre y Gustavo Adolfo Bécquer sus «Rimas». Todos sabían lo que era la fiebre amarilla por el triste saldo que aún se lamentaba.
En 1873 el gobierno nacional, que era ejercido por Domingo Faustino Sarmiento, fue enérgico y progresista, extendió el comercio, mejoró el transporte, favoreció la inmigración y fomentó la enseñanza. Ese año apareció la primera fábrica de tejidos de lana y abrió sus puertas el Banco Nacional. Monseñor Federico León Aneiros fue designado arzobispo de Buenos Aires. Se conocieron los trabajos de dos ingenieros militares, los Sargentos Mayores Francisco Host y Francisco L. Melchert, sobre levantamiento de mapas del territorio.
En aquel tiempo se inauguraron la línea de tranvías, de Plaza de la Victoria a Belgrano, y se intensificó la comunicación con Europa, la que, en lo concerniente al servicio marítimo se tenía un promedio de 19 vapores por mes. Se disolvió el servicio de serenos y se contrató el de limpieza a empresas particulares. En 1873 nació en Atiles (provincia de La Rioja), la educadora Rosario Vera Peñaloza, promotora de los jardines de infantes y organizadora de un valioso museo didáctico, representativo de las distintas regiones del país.
Cuando nacía la Biblioteca de San Isidro, se fundó la Cruz Roja y se sancionó la ley de formación del Parque 3 de Febrero en los terrenos de Palermo. La noticia del año llegó el 23 de Agosto cuando dos italianos, Francisco y Pedro Guerri, intentaron asesinar al presidente Sarmiento en la esquina de Maipú y Corrientes. Los dos mercenarios dispararon el trabucazo con proyectiles bañados en sublimado corrosivo, pero el arma reventó en la mano de uno de ellos. Un mes después Sarmiento inauguró en la actual plaza de Mayo la estatua ecuestre del general Manuel Belgrano. Al autor de la obra le pagaron 60.000 francos.
La vida de la ciudad de Buenos Aires era densa en acontecimientos de toda índole, propia de una comunidad de dispares elementos humanos. Sitiado por un suburbio inmenso y hosco, el centro de la ciudad tenía características que lo diferenciaban en modales, vestimenta y objetivos políticos.
Según las estadísticas de aquel año casi no concurría público a la nueva institución por falta de comodidades. Es por eso que retiraban los libros (a razón de 20 por mes) y los llevaban a sus casas. La Biblioteca funcionó en distintas sedes hasta tener su casa propia en 9 de Julio 501: Juzgado de Paz, el salón de la parroquia San Isidro Labrador, el Concejo Deliberante, en la calle 9 de Julio a pasos del antiguo correo, en 25 de Mayo y Belgrano. En esa época se citaba al pueblo por medio de campanas o cohetes para que se acerquen al lugar en los días festivos para escuchar lecturas morales o de instrucción. Fue en 1946 cuando, por resolución de la Comisión Directiva, se la denomina «Juan Martín de Pueyrredon».
Esta Biblioteca que no es municipal –como muchos suponen erróneamente– y, como muchas, ya no es sólo un lugar donde hay libros sino que también es un espacio de aprendizaje de distintas disciplinas, de actividades culturales y musicales, merece la atención de toda la comunidad.
Corresponde cuidarla, asociarse, recomendarla, participar de sus actividades, interiorizarse por sus necesidades, donarle libros, promoverla como lo que es, una valiosa pieza de la comunidad y una herramienta clave en la educación.